Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, Príncipe Consorte del Reino Unido (1819 - 1861)

Este artículo es publicado el dia de 200º aniversario del nacimiento del Príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, Príncipe Consorte del Reino Unido. Este pretende ser un homenaje a una de las figuras más importantes, a mi parecer, de la Historia del siglo XIX

Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha es uno de tantos personajes históricos que han ido quedando en el olvido, en el rincón apartado de la Historia, eclipsados por otros con más relevancia e importancia.  Alberto, que al fin y al cabo era la cabeza pensante del matrimonio real inglés, ha sido relegado de la historia a pesar de todas las importantes mejoras y acciones que hizo en la isla británica a lo largo de su corta pero intensa vida. Logró cambiar el concepto tradicional de monarquía y consiguió que fuera querida por su pueblo en una época donde el anarquismo, las insurrecciones y los movimientos populares estaban a la orden del día en las naciones europeas. El no haber sido rey le brindó la oportunidad de poder dedicarse al mecenazgo y las causas humanitarias en una época donde la realeza solo aspiraba a mantener su puesto y seguir disfrutando de sus privilegios a costa del pueblo. Esta es la historia de un hombre que pudo haber hecho mucho más de lo que hizo pero que murió demasiado pronto. La historia de un hombre que, si no hubiera sido por su papel, posiblemente la sociedad inglesa, e incluso la europea, no serían como hoy en día las conocemos.

INFANCIA Y JUVENTUD

Francisco Alberto Augusto Carlos Manuel de Sajonia-Coburgo-Gotha nació en el castillo de Rosenau, situado en el antiguo ducado de Sajonia-Coburgo, el 26 de agosto de 1819. Fue el segundo hijo del matrimonio formado por Ernesto III de Sajonia-Coburgo-Saalfeld y Luisa de Sajonia-Gotha-Altenburgo.

Se podría decir que la infancia de Alberto y Ernesto, su hermano mayor, no es que fuera muy agradable. El duque Ernesto le fue infiel a su esposa en innumerables ocasiones, hechos que ocasionaron que ella actuara de igual forma. La separación llegó en 1824 acaecida por el adulterio de la princesa Luisa con el oficial del ejército Alexander von Hanstein. Solo se conoció este caso de parte de la princesa y fue el citado en la petición de divorcio. La princesa Luisa fue exiliada de la corte y el divorcio definitivo ocurrió en 1826. Dicho divorcio se aceptó con la condición de que Luisa no pudiera tener contacto nunca más con sus hijos.

En el año 1832, con trece años de edad, Alberto y su hermano Ernesto visitaron al recién coronado rey de los belgas, su tío Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Saalfeld. Leopoldo fue uno de los que más influyó en que años después Alberto se casara con la reina Victoria.

A la edad de catorce años Alberto elaboró su propio programa de trabajo, el cual se expone a continuación:

- De 6 a 7 de la mañana: Traducciones del francés
- De 7 a 8 de la mañana: Repetición y preparación en Historia
- De 8 a 9 de la mañana: Historia Moderna
- De 10 a 11 de la mañana: Ovidio
- De 11 de la mañana a 12 del mediodía: Inglés
- De 12 del mediodía a 1 de la tarde: Matemáticas
- De 6 a 7 de la tarde: Francés
- De 7 a 8 de la tarde: Composición latina

La educación de Alberto fue incisiva en idiomas, historia, ciencias naturales y música, y con menos importancia en las matemáticas y los clásicos. El entrenamiento físico también fue muy importante en su formación, ya que la franja horaria que va de la 1 a las 6 de la tarde iba destinada a actividades al aire libre.

A los diecisiete años Alberto empezó a estudiar literatura y filosofía alemana, llegando a escribir un ensayo sobre las modalidades de pensamiento de los germanos y un Bosquejo de la Historia de la Civilización Alemana.

Fue en mayo de 1836 cuando Alberto y Ernesto, junto con el duque, viajaron a Inglaterra con la pretensión de que Alberto y Victoria se conocieran personalmente. Victoria dejó anotada en su diario, con fecha del 18 de mayo, la visita de sus primos. Esta dice así:

     “A las dos y cuarto bajamos al salón para recibir a mi tío Ernesto, duque de Sajonia-Coburgo-Gotha, y mis primos, Ernesto y Alberto, sus hijos. Mi tío estuvo aquí, ahora hace cinco años, y se ve extremadamente bien. Ernesto es tan alto como Fernando y Augusto (otros primos de Victoria); tiene el pelo oscuro y finos ojos y cejas, pero la nariz y la boca no son buenas; tiene una expresión honesta e inteligente muy amable en su semblante, y tiene una muy buena figura. Alberto, que es tan alto como Ernesto, pero más fuerte, es extremadamente guapo; su cabello es casi del mismo color que el mío; sus ojos son grandes y azules, y tiene una nariz hermosa y una boca muy dulce con dientes finos; pero el encanto de su semblante es su expresión, que es de lo más encantador; es a la vez lleno de bondad y dulzura, y muy inteligente”.

Más tarde, en unas memorias personales, el príncipe Alberto afirmó que, con la edad de diecisiete años, Victoria y él estaban “muy satisfechos el uno con el otro, pero ni una palabra referente al futuro pasó entre nosotros”. Victoria escribió a su tío Leopoldo después de la marcha de Ernesto y Alberto, confirmándole que aceptaba a Alberto como esposo, pero no en un futuro cercano, dejando ver que no se consideraba comprometida con él.

Después de su etapa formativa en Rosenau, Alberto pasó diez meses en Bruselas bajo la tutorización del Barón von Wiechmann, que lo preparó para su entrada en la Universidad de Bonn.

En abril de 1837 ingresó en la Universidad de Bonn, donde estudió derecho, economía política, filosofía e historia del arte. Hizo un especial progreso en la música, de la cual era un apasionado y habiendo demostrado tiempo atrás su talento como compositor. A pesar de haber sido una persona débil en su infancia, en la universidad Alberto destacó en la esgrima y en la equitación.

Después de la muerte del rey Guillermo, Victoria subió al trono como la nueva reina de Inglaterra. Desde entonces, una serie de rumores especulativos referentes al compromiso entre la reina Victoria y Alberto fueron esparciéndose como una plaga. Es a raíz de esto que Leopoldo aconseja a Alberto que marche de gira a Suiza e Italia, durante una temporada, para así desviar la especulación.

El viaje que Alberto realizó a Florencia le dejó fascinado, tanto en galerías de arte como en vida social. Lo que no le gustó fue la ciudad de Roma, de la que afirmó que, si no fuese por alguno de sus palacios, tanto podía encontrarse ahí como en cualquier ciudad alemana. Tuvo incluso una audiencia con el Papa Gregorio XVI en la cual se permitió corregirle cuando hablaban de las influencias artísticas de los griegos y los romanos. El Papa afirmó que los griegos se influenciaron de los etruscos, mientras que Alberto insistió en que de quien en realidad se influenciaron fue de los egipcios.

PROPOSICIÓN MATRIMONIAL

Poco después del regreso de Alberto a Coburgo se organizó una nueva visita a Inglaterra para que los dos primos volvieran a verse después de tres años.  Alberto y Ernesto llegaron al Castillo de Windsor el día diez de octubre de 1839. Fue tal la impresión que le causó a Victoria ver a su primo después de tres años que, según Robert Rhodes James, “nadie en Windsor tenía ninguna duda de que se había enamorado profundamente”.

El día 14 de octubre Victoria estaba completamente decidida en cuanto a su matrimonio con Alberto, a la cual el primer ministro, Lord Melbourne, instó a que se casara y juntos planearon los preparativos. La reina le propuso matrimonio a Alberto al día siguiente, el 15 de octubre de 1839.

A pesar de que el biógrafo Strachey afirmó, en su estudio sobre la reina Victoria, que Alberto no estaba enamorado de ella, Rhodes James vio a un Alberto tímido y turbado por el extremo cariño que sentía la reina Victoria hacia él, y sus contemporáneos confirmaron que el corazón de Alberto “había sido profundamente tocado”.

El día 15 de octubre Alberto se encontraba cazando con su hermano. Regresó al palacio hacia el mediodía y fue entonces cuando se le convocó a una audiencia privada, a solas, en los aposentos de la reina. Victoria le propuso matrimonio. Alberto, aunque feliz por la proposición, se encontraba también preocupado por lo que le iba a deparar el futuro.

Durante el mes siguiente los Coburgo se quedaron en Windsor, y Victoria y Alberto solo vivían el uno para el otro, hasta tal punto de que la reina tuvo que disculparse ante Lord Melbourne por apenas prestarle atención a él de lo ocupada que estaba con su prometido.

La noticia del compromiso matrimonial no fue muy bien recibida en Londres, a diferencia de Coburgo. A los ingleses no les gustaba que un alemán fuera el futuro marido de su reina, y más aún cuando era pariente del rey Leopoldo y de la duquesa de Kent, dos personajes no muy populares entre la sociedad británica. Los tories fueron los que más lucharon en contra de esta unión, prefiriendo de candidato a uno de los príncipes de Orange.

Llegó el momento de que el Parlamento fijara la anualidad del futuro Príncipe Alberto. Los whigs, el partido liderado por Lord Melbourne, propusieron una anualidad de 50.000 libras esterlinas anuales, asignación que se ofrecía a los consortes. Por el contrario, los tories creían que 30.000 libras ya era una buena cifra. Incluso se negaron a ennoblecer-le, a lo que Alberto afirmó que no tenía necesidad de un título británico, y escribió: “Casi sería como dar un paso hacia abajo, como duque de Sajonia me siento superior al duque de York o de Kent”.

A todo esto, Alberto fue razonable en cuanto a la asignación de su anualidad, aunque tuvo que hacerse a la idea de que el mecenazgo que tenía pensado habría de ser más modesto.

El día de la boda llegó. Fue el 10 de febrero de 1840 en la capilla real de Palacio de St. James. Dos días antes, el príncipe, acompañado por Ernesto y su padre, llegó al Palacio de Buckingham llevando consigo el regalo de boda para su futura esposa: un broche de zafiros y diamantes.



PRIMEROS AÑOS DE ALBERTO COMO ALTEZA REAL (1840-1848)

Al inicio del matrimonio, Alberto no ayudaba a Victoria con los asuntos de Estado. De hecho, una de las pocas tareas que realizaba era pasar el papel secante encima de las rúbricas de la reina para que estas se secaran antes. Ni si quiera era invitado a las conversaciones de la reina con Lord Melbourne. En mayo, Alberto se quejó a la reina de su falta de confianza en él en todos los asuntos políticos de Estado y, en noviembre, Alberto ya disponía de la llave para abrir las cajas con documentación oficial.

A los dos meses de matrimonio Alberto se enteró de que Victoria estaba embarazada y este empezó a encargarse de los asuntos públicos y ayudó a Victoria con los papeles del gobierno. Una de las primeras funciones públicas que asumió Alberto fue su nombramiento como presidente de la Society for the Extinction of Slavery (Sociedad para la extinción de la esclavitud), la cual ya había sido abolida en el imperio británico pero que aún seguía en Estados Unidos.

El 10 de junio de 1840, Alberto y Victoria sufrieron un atentado de tiroteo por Edward Oxford, un joven de diecisiete años, mientras paseaban por Hyde Park en carruaje. Ninguno de los dos sufrió ningún daño y Oxford fue arrestado y declarado no culpable por demencia. Fue deportado a la colonia australiana de por vida.


A medida que avanzaba el estado de embarazo de la reina, cada vez más iba aumentando la preocupación de qué pasaría si la reina moría en el parto. El apoyo popular de Alberto y la influencia política que iba ganando ayudó en que el Parlamento aprobara, en agosto, la Ley de Regencia de 1840, por la cual fue designado regente en el caso de que la reina falleciera antes de que el heredero al trono llegara a la mayoría de edad.

Victoria dio a luz a su primera hija, Victoria Adelaida María Luisa, el día 21 de noviembre de 1840, la cual fue la presunta heredera al trono hasta el nacimiento de su hermano Alberto Eduardo. El 19 de enero de 1841 se la nombra princesa real y el 10 de febrero es bautizada en el salón del trono del Palacio de Buckingham.

Victoria y Alberto quisieron que Vicky (así es como la llamaban en la intimidad) y sus futuros vástagos, tuvieran una esmerada educación. Tanto es así que Alberto redactó un memorando sobre los deberes y obligaciones de todo aquel que interfiriera en la educación de sus hijos.

A medida que pasaba el tiempo Alberto cada vez era más consciente del control que la baronesa Lehzen ejercía sobre su esposa. Alberto llegó a odiar a la baronesa por las dificultades que ponía en su matrimonio y por impedir poder reorganizar la Corte y las finanzas reales, llegando a verla como una amenaza real para su matrimonio.

Pocos meses después de dar a luz, Victoria volvía a estar embarazada. En ese momento Victoria se encontraba sumergida en una profunda depresión postnatal, la cual iba en aumento a causa de la irritación de Alberto al ver que Lehzen quería encargarse de todo lo que tuviera que ver con los niños. El colmo llegó con la enfermedad de Vicky, durante la cual Alberto le escribió una nota a Victoria que decía lo siguiente: “El Dr. Clark ha maltratado a la niña, la ha envenenado con calomelano y la ha dejado morir de hambre. No tendré nada más que ver con eso; llévate a la niña y haz lo que quieras, y si ella muere lo tendrás en tu conciencia”.

Alberto Eduardo nació el 9 de noviembre de 1841 y fue bautizado en la capilla de St. George de Windsor el día 25 de enero de 1842. Siendo el primer hijo varón de la reina Victoria, automáticamente fue el presunto heredero al trono y se le nombró Príncipe de Gales. Al igual que con Vicky, Victoria y Alberto decidieron que Bertie (así lo llamaban en la intimidad) tuviera una educación que lo preparara para ser un monarca constitucional modelo.

Después de muchos esfuerzos Alberto consiguió que la guardería real quedara fuera del control de la baronesa Lehzen. Poco a poco esta fue perdiendo protagonismo en la vida del matrimonio real. Lehzen quedó relegada a un segundo plano. Alberto fue cauto y esperó el momento idóneo para deshacerse para siempre de la baronesa. La baronesa dejó Gran Bretaña, para siempre, en septiembre de 1842.

En esta época Alberto fue nombrado, por el Primer Ministro, Robert Peel, presidente de la Comisión de Bellas Artes. Fue así como aumentó el interés de la reina por el arte y la música, además de que instaló equipos de grabado por el Palacio. Además, Peel le nombró también presidente de la Comisión Real encargada de la reconstrucción del incendiado Palacio de Westminster. La reconstrucción debía fomentar las Bellas Artes en el Reino Unido y Alberto estuvo encantado con la tarea para la cual había sido designado.

El 29 de mayo de 1842 el matrimonio volvió a sufrir otro atentado. Como no lograron cazar al culpable, al día siguiente decidieron salir otra vez para así provocar que volviera a atacarles. Y así lo hizo. John Francis fue detenido y condenado a muerte, aunque finalmente fue indultado.

El 25 de abril de 1843 vino al mundo Alicia Matilde María, siendo bautizada en la capilla del Palacio de Buckingham el día 3 de junio. La educación de la princesa fue supervisada por Stockmar.

Con el nacimiento de Alicia surgió la necesidad de buscar una casa más grande para la familia Real ya que el Palacio de Buckingham no cumplía con las condiciones necesarias para albergar a unos niños en esos aposentos. Es así como en otoño de 1843, Victoria y Alberto trataron la posibilidad de comprar una casa propia.

Llegó a oídos de la familia real que, en la Isla de Wight, Lady Isabella Blatchford quería vender Osborne House. Osborne House fue adquirida en 1844 por 26.000 libras esterlinas y el Príncipe y el arquitecto Thomas Cubbit fueron los encargados de darle forma a aquella pequeña casa, que acabaría siendo transformada en todo un palacete de estilo italiano entre los años 1845 y 1851. Fue en esta obra donde Alberto pudo demostrar sus dotes de silvicultura y paisajismo.  En total, el coste de compra y construcción de Osborne House ascendió, aproximadamente, a 200.000 libras esterlinas.


El año 1844, aún con la feliz compra de Osborne House, también tuvo su lado oscuro. El 29 de enero murió el duque Ernesto, padre del Príncipe Alberto, a los sesenta años de edad. La corte inglesa llevó la desgracia con un profundo duelo. Alberto tuvo que ausentarse durante unos días para asistir al funeral de su padre en Coburgo, lo cual significó tener que separarse de la reina por primera vez desde su matrimonio.

1844 fue también el año en que Alberto inició la reorganización de la Casa Real. El príncipe pudo observar, entre otras deficiencias, que cada vez que una vela era encendida, esta ya no podía encenderse más veces, desconociendo el paradero final de esa vela.

Alberto logró efectuar la reforma deseada. Todas las autoridades fueron unificadas en un solo funcionario, el Jefe de la Casa Real, el cual se encargaba de la administración de todos los palacios reales.

En el mismo año en que murió el duque Ernesto llegó un nuevo miembro a la familia. El 6 de agosto de 1844 nació el Alfredo Ernesto Alberto (Affie para la familia). Fue bautizado el 6 de septiembre en la capilla privada del Castillo de Windsor por el arzobispo de Canterbury.

Y después de Affie llegó Elena. Elena Augusta Victoria, Lenchen para la familia, nació el 25 de mayo de 1846 en el Palacio de Buckingham. El parto de la tercera hija fue más traumático que los anteriores para la reina, por lo cual tardó más tiempo en recuperarse.


En 1847 Alberto fue propuesto como rector de la Universidad de Cambridge y tuvo que disputarse el puesto con Lord Powis en un proceso electoral. Las elecciones, que duraron tres días (del jueves 25 al sábado 27 de febrero), dieron como ganador a Alberto con un total de 953 votos respecto a los 837 de Powis. Como rector, Alberto impulsó la propuesta de Henry Philpott de reformar y modernizar los planes de estudio de la universidad, incluyendo la historia moderna, las ciencias naturales, economía política, jurisprudencia general y leyes de Inglaterra.

En el verano de 1847 Victoria y Alberto pasaron unos días de vacaciones en Escocia. Les gustó tanto lo que vieron que, a la vuelta, discutieron la posibilidad de adquirir una casa propia en esas tierras. En mayo de 1848 Alberto arrendó el castillo de Balmoral a Lord Fife.

El 18 de marzo de 1848, en medio de los conflictos europeos que surgían contra las monarquías establecidas, nació el sexto hijo de Victoria y Alberto: Luisa Carolina Alberta.

En medio de las circunstancias políticas del momento, el Príncipe Alberto se mostró preocupado por las condiciones laborales y de vida de los trabajadores. Al ver que los ministros no apoyaban su preocupación, decidió apoyar a la Society for the Improvement of the Condition of the Labouring Classes (Sociedad para la mejora de la condición de las clases trabajadoras).

Alberto ignoró y desafió los consejos de los ministros de la reina tomando la presidencia de la reunión el 18 de mayo de 1848. En ella expresó su “simpatía e interés por ese grupo de nuestra comunidad, que tienen la mayor parte del trabajo duro y la menor cantidad de satisfacciones en este mundo” y dejó claro que era deber de los más poderosos ayudar a aquellos que eran menos afortunados.

Con el paso del tiempo Alberto fue involucrándose más en la tarea de mecenazgo, pero pronto se dio cuenta de que 30.000 libras esterlinas anuales no eran suficientes para contribuir con su apoyo financiero a las artes y las ciencias. Su intento de aumentar su asignación anual fue rechazado inmediatamente por el Primer Ministro John Russell, el cual vio la posibilidad de una revolución si se subían las asignaciones Reales.

Por su parte abrió a estudiantes serios las colecciones reales para que pudieran ser estudiadas. Él creía que el arte debía abrirse al público.

LA GRAN EXPOSICIÓN DE 1851 Y VIDA POSTERIOR (1849-1858)

En 1849 Alberto se embarcó en un nuevo proyecto, quizá el más conocido a día de hoy ya que su idea llega aún hoy en día a nuestra sociedad. Se trata, ni más ni menos, de la Gran Exposición de Londres de 1851. Ya hacía algunos años que la Royal Society of Arts organizaba exhibiciones anualmente, pero el empuje que le hizo visionar esta idea fue la entrada de Henry Cole en su círculo personal. Alberto quería algo semejante a la Exposición de París, pero de ámbito internacional, no solo nacional, hecho que hizo que el proyecto fuera aún más ambicioso de lo que ya lo era.

Como la Royal Society of Arts no podía hacer frente a semejante proyecto, Alberto invitó al Gobierno a que se creara una Comisión Real, presidida por él, que se encargara de llevar a feliz puerto semejante empresa. La Royal Comission for the Exhibition of 1851 (Comisión Real para la Exposición de 1851) quedó constituida el 3 de enero de 1850. La exposición pretendía reunir, en un mismo lugar, todos los avances tecnológicos, manufactureros y artísticos de todas las sociedades del mundo.

Después de debatir donde se instalaría la exposición, se llegó a la conclusión de que el lugar idóneo sería Hyde Park. El paisajista Joseph Paxton presentó un proyecto muy similar al Gran Invernadero de Chatsworth, que tenía la ventaja de poder ser desmontado muy rápidamente. Este edificio fue conocido con el nombre de “Crystal Palace”.

El edificio fue construido en pocos meses, siendo finalizado en marzo de 1851. La Gran Exposición de Londres de 1851 fue inaugurada el 1 de mayo de 1851 por la reina Victoria y se clausuró el 15 de octubre del mismo. Fue un éxito total. Participaron 28 países de todo el mundo y por ella pasaron más de seis millones de visitantes. Aún y habiendo rebajado el precio de las entradas, la Comisión obtuvo un beneficio de 186.000 libras esterlinas.


Después de la exposición hubo que pensar qué hacer con el edificio. Alberto trabajó para que la Comisión adquiriera tierras en South Kensington, con el beneficio obtenido, para así crear un complejo científico y tecnológico. Los terrenos fueron adquiridos y en ellos se erigieron instituciones culturales y educativas, como, por ejemplo: el Museo de Victoria y Alberto, dedicado a las Bellas Artes; el Museo de Ciencia; y el Museo de Historia Natural. Con el excedente restante se estableció un fideicomiso educativo para proporcionar becas y subvenciones para investigadores. Estas becas siguen vigentes hoy en día.

En medio de los preparativos de la Gran Exposición vino al mundo otro vástago. Arturo Guillermo Patricio Alberto nació el 1 de mayo de 1850 en el Palacio de Buckingham, siendo el séptimo de los nueve hijos del matrimonio real. Se ha llegado a afirmar que fue el hijo favorito de la reina Victoria.

En 1852 Alberto adquirió finalmente la propiedad del Castillo de Balmoral por una cantidad de 30.000 guineas. Las obras pudieron comenzar ese mismo año y el castillo estuvo completamente habitable en 1855. La pequeña casita de Balmoral fue derribada y, en su lugar, se construyó un castillo diseñado por Alberto.


A lo largo de su vida, Alberto se involucró y promocionó muchas instituciones educativas públicas y, en todas las reuniones relacionadas con este tema, quiso mostrar la necesidad de una mejora en la educación.

El 7 de abril de 1853 nació Leopoldo Jorge Duncan Alberto, octavo hijo de la reina Victoria y del príncipe Alberto. Fue el primer niño nacido en un parto sin dolor ya que, a la reina Victoria, le administraron cloroformo. Desgraciadamente heredó de su madre la enfermedad de la hemofilia, lo que hizo que la reina estuviera constantemente pendiente de él hasta que pudo casarse.

En 1857 hubo tres acontecimientos importantes en la vida de Victoria y Alberto: el compromiso de su hija Victoria con el heredero al trono prusiano, Federico de Hohenzollern (futuro Federico III de Alemania); el nacimiento de su noveno y último vástago, Beatriz; y el nombramiento del Príncipe Alberto como Príncipe Consorte.

Beatriz María Victoria Feodora nació el 14 de abril de 1857 en el Palacio de Buckingham. Fue muy querida por Alberto ya que para él fue un regalo que su última hija naciera justo cuando la mayor marchaba para casarse.

El 25 de julio, después de muchos esfuerzos por parte de la Reina y a pesar de la duda de los ministros de si aprobarlo o no, el Príncipe Alberto recibió el título de Príncipe Consorte después de diecisiete años de feliz matrimonio. Para el príncipe significó mucho que se le diera este título, a pesar de que ya había estado ejerciendo como tal durante muchos años.


ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA Y MUERTE (1859-1861)

La vida del Príncipe fue siempre ajetreada. Se despertaba temprano y trabajaba dos horas en soledad hasta que se unía la reina para desayunar. Cuando ella se despertaba y acudía a su meda de trabajo, se encontraba encima de ella una ordenada pila de papeles dispuestos a ser firmados por la soberana. Después tocaba recibir a los ministros, despachar la correspondencia y escribir innumerables memorándums. A medida que pasaba el tiempo las tareas iban aumentando y, por ende, también las horas dedicadas a ellas.

Alberto siguió concentrado en las artes, en la National Gallery y en el nuevo complejo científico y cultural de South Kensington. Pero hubo un hecho que le preocupó en demasía y del cual fue muy crítico: el trabajo infantil. En un discurso leído en una conferencia nacional sobre educación, Alberto hizo hincapié en los tres millones de niños, comprendidos entre los tres y quince años de edad, que no habían recibido escolarización y que eran utilizados como mano de obra en las fábricas inglesas.

En 1859, después de que Charles Darwin publicara El origen de las especies, Alberto propuso ante el Parlamento nombrar caballero al naturalista. El Parlamento rechazó la propuesta y su solidaridad con la ciencia hizo que se ganara la oposición de la Iglesia.

Empezó a trabajar en lo que iba a ser la Exposición Universal de Londres de 1861, que finalmente se pospuso a 1862. Iba a celebrarse en el paraje de South Kensington y se tenía la intención de que los edificios fueran permanentes.

En diciembre de 1860 sufrió una enfermedad que le causó temblores y vómitos, que él creía que hubiera podido ser el cólera. La recuperación fue muy lenta.

Los problemas de salud fueron incrementando a medida que pasaba el tiempo. Podría decirse que una de las causas de su empeoramiento fue la preocupación que sentía por Bertie durante su estancia en un curso de capacitación en Curragh. El Príncipe Alberto no recibió precisamente unos informes favorables del Príncipe de Gales. Además, hubo una noche en que unos compañeros de Bertie metieron en su habitación a una joven actriz llamada Nellie Clifden. Los rumores que circulaban por los clubes de caballeros llegaron a oídos de Victoria y Alberto, los cuales quedaron horrorizados. Alberto vio en peligro la moralidad impoluta de la monarquía por la que tanto había luchado su esposa y él.

Para colmo, la muerte del rey Pedro V de Portugal, primo de Alberto, a causa de una fiebre tifoidea, hizo que el Príncipe se sumiera en una profunda depresión.

En noviembre de 1861, Alberto había perdido completamente las ganas de vivir y ya no luchaba por seguir adelante. El día 25 tuvo que trasladarse a Madingley para reunirse con su hijo Alberto Eduardo, el cual se rumoreaba que aún seguía su aventura con la actriz.

El matrimonio se trasladó al Castillo de Windsor, donde Alberto se instaló en la Habitación Azul, habitación donde Jorge IV y Guillermo IV habían fallecido. El doctor que trataba a Alberto se dio cuenta del empeoramiento de su paciente y pudo diagnosticar lo que vendría a ser una fiebre tifoidea. Entonces Bertie fue convocado a Windsor por su hermana Alicia. En sus últimos días Alberto sufrió también de reumatismo y dolor en las piernas.

Finalmente, Alberto murió a las 22:50 del 14 de diciembre de 1861 a la temprana edad de 42 años, en presencia de la reina y de cinco de sus nueve hijos. El cuerpo fue enterrado temporalmente en la Bóveda Real de la Capilla de St. George y, el 18 de diciembre de 1862, fue trasladado al Mausoleo Real de Frogmore, en Windsor Park.


La reina Victoria vivió el resto de su vida en un luto permanente y siempre con el recuerdo vivo de su esposo. Cabe decir que llegó a culpar a su hijo Bertie de la muerte de su padre a causa de los disgustos ocasionados en sus últimos años de vida. Victoria se retiró de la vida pública e hizo que las habitaciones que había ocupado Alberto a lo largo de su vida se mantuvieran intactas, como si él siguiera ahí. Eso incluía llevar agua caliente todas las mañanas y cambiar la ropa de cama y las toallas a diario. Para la reina, su vida había terminado con la de su marido.

Con la muerte de Alberto, decenas de monumentos dedicados a su persona se erigieron por todo el país. Cabe destacar el Royal Albert Hall y el Albert Memorial en Londres.

CONCLUSIONES

Como bien hemos podido observar, el Príncipe Alberto fue un puntal imprescindible tanto en la vida de la Reina Victoria como en la política gubernamental del país. Alberto llegó a influir tanto en su mujer que incluso después de muerto la reina trabajó igual que lo hizo Alberto a lo largo de su vida. No firmaba ningún documento sin antes haberlo leído y tomado notas sobre él, igual que hacía el Príncipe. Por lo tanto, desde entonces las decisiones que tomó la reina fueron en función de lo que hubiera hecho Alberto si siguiera vivo.

Después de ver lo que logró hacer Alberto por su país de acogida y contemplando en la actualidad la huella imborrable que ha dejado para la posteridad, no es comprensible como no se ha estudiado más a este personaje. La Inglaterra Victoriana no hubiera sido la misma sin la entrada de Alberto en la vida de la reina.

Por ende, desde aquí hago un llamamiento a todos los historiadores e interesados en el tema para que investiguen, estudien y divulguen la vida y obra de este personaje que tan importante ha sido para la historia del siglo XIX y sus avances.

BIBLIOGRAFIA

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